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Una profesora de la escuela de ingeniería de una de las universidades más importantes del país, mirando tristemente al grupo con el cual estaba trabajando me dijo “Karla, los contratan (a los ingenieros graduados) por sus conocimientos y los despiden por sus habilidades”, esto me impactó mucho pero no me extraña nada.
Es reconocido a nivel internacional que las habilidades técnicas son sólo una parte de los requerimientos para poder trabajar en una empresa. Además de tener conocimientos técnicos, hay que “saber relacionarse” con las jefaturas, compañeros y subordinados; y los líderes de nivel medio y alto deben también “saber tomar decisiones”.
Para estos dos últimos saberes es necesario el desarrollo de las habilidades blandas. Lamentablemente estas competencias no están presentes durante la formación superior en Costa Rica y muchos otros países tampoco las toman en cuenta.
Estas carencias representan un enorme obstáculo para las y los profesionales en los puestos de trabajo que desean seguir desarrollándose, subir en la escalera organizacional, influencias y contribuir con el logro de objetivos estratégicos de su organización, a su vez que se alcanzan las metas personales.
En la sociedad del conocimiento y la automatización, el saber técnico no tiene la misma relevancia que en el pasado, ya que muchas de las acciones realizadas por profesionales en varios sectores, serán sustituidas por máquinas sofisticadas que cuentan con inteligencia artificial. Esta está desarrollándose a pasos agigantados (si quieres saber las probabilidades que tiene de sobrevivir tu carrera, puedes consultar https://willrobotstakemyjob.com).
La sociedad del conocimiento en la que estamos inmersos se caracteriza por la incertidumbre, ser turbulenta, la volatilidad, lo único que puede garantizarse son las transformaciones. Aprender a aprender y a hacerlo rápido para reaccionar a los cambios del mercado es indispensable a nivel organizacional y por ende las empresas deben preparar a su gente para conseguir estas habilidades organizacionales a nivel individual.
En la actualidad el talento humano está reconocido una ventaja competitiva, como clave para el éxito de una organización, debido a las cualidades inimitables que tiene el ser humano: innovar y crear. Justo lo que se necesita en esta época de volatilidad.
Para poder proveer de un ambiente óptimo para que esto suceda las personas desaten la innovación, creatividad, pensamiento disruptivo, es preciso proveer de ambientes laborales que incentiven estas capacidades.
Pero no sólo se puede pedir al empleado que innove y desarrolle, para que esto debe haber un estado de bienestar organizacional que promueva el compromiso, la colaboración, la motivación, la alineación con los objetivos estratégicos y el diseño de soluciones a la medida. Esto permitirá, aumentar su satisfacción con el trabajo y así conseguir extraer estas habilidades que permitirán hacer del talento humano una verdadera ventaja competitiva de su organización.